viernes, 2 de marzo de 2018

Lactancia materna prolongada.

Cualquiera que haya seguido mi trayectoria maternal, sabe que soy una defensora a ultranza de la lactancia materna. Al principio, como cualquier madre que está segura al cien por cien de que lo que hace es lo mejor del mundo mundial para su cachorro, me indignaba con quien daba argumentos contrarios. Me sabía de pe a pa todo lo sabible sobre tetas y teorías varias relacionados con beneficios psicológicos para el bebé y la mamá. 
Ahora... soy menos radical... Sigo pensando que es lo mejor que he podido hacer por y para MI hijo, pero puede no serlo para otra mamá y otro bebé. En el fondo, lo más importante es que uno se sienta cómodo y feliz con la crianza, y si valora que dar la teta es una lata porque la única que las lleva es la mamá... pues el placer se acaba y da paso al hastío. No tiene sentido. Mejor dejarlo y ser feliz dando el biberón.
Dicho ésto, desde hace tiempo quería dejar constancia de mi experiencia. Fue maravilloso. De principio a fin. Hubo un momento 0, en el que me asaltaron un millón de dudas, pero también había seguridad en que por qué no iba a poder si miles de millones de madres habían podido antes que yo. También hubo algún bache, que logramos solventar con éxito. Llegaron los primeros seis meses y yo pensé... ¿ya está? no se puede terminar aquí... Y se dio la circunstancia de que Jorge en vez de tomar la teta "de postre", como suele decirse por ahí, la tomaba "de primero". Fue después del primer año que empezó a interesarse por la comida, hasta entonces, solo una pequeña parte acababa en su barriga. Su primera palabra fue "papá" y la segunda... "teta", supongo que porque mamá fundamentalmente era eso: una teta gigante cargada de deliciosa leche.
Cuando empezó a hablar, me contaba teorías tan interesantes como que si había poca leche era porque ese día yo no había tomado lo suficiente, ya que había una pajita que unía por dentro mi barriga con las tetas y por eso salía leche. O que la leche sabía dulce y que olía a mami. O que lo relajaba el olor de mi piel (esto sigue ocurriendo hoy en día)
Nunca tomó biberón. Nunca tuvo chupa. Hasta después del año no empezó a tomar agua (en vasito) 
Nosotros llevamos la teoría de Carlos González hasta su máximo esplendor: "¿Hasta cuándo es conveniente mamar? mínimo seis meses y de ahí en adelante, mientras mamá y bebé quieran" y Jorge quiso hasta los cinco años, con un destete progresivo por su parte, sin forzar. Nunca se le negó la teta, ni me puse nada en los pezones para que le dejara mal sabor, ni nada por el estilo. 
Todavía en el último año de educación infantil, cuando llegaba a recogerlo al cole, sin ningún tipo de pudor, me levantaba la camiseta y se ponía a mamar. A modo de bienvenida. Nadie lo censuraba.
Es evidente que con cinco años el aporte calórico que podría darle era ínfimo, no obstante, quien se quede con que dar la teta es sólo eso... es que no ha entendido nada. Sabor, tacto y olor se unen en una situación de calma que el niño busca para relajarse, al tiempo que genera complicidad. Los niños no nacen sabiendo controlar sus miedos o sus frustraciones, somos los adultos los que tenemos que ir enseñándoles como hacerlo y, mientras tanto, darles alternativas. 
Durante esos años la mayoría de las familias de nuestro entorno lo veían con normalidad (un grupo de familias relacionadas entre sí por el mismo estilo de crianza, que en su mayoría mantenemos hasta hoy), no obstante, no todo el mundo fue igual de comprensivo. Había también muchos críticos. Nunca he pedido la comprensión o el entendimiento sobre mi forma de actuar como madre, cada uno elige una forma de educar que considera que es la mejor, tras ello, solo queda actuar en consonancia y con seguridad.  
La crianza de Jorge ha sido (y es) una verdadera delicia. Evidentemente, no es gracias en exclusiva a la lactancia materna, pero estoy segura de que el vínculo tan sólido que tenemos mi hijo y yo, tiene que ver en alto grado con la misma. Me reitero: es pura magia.


3 comentarios:

Chitin dijo...

Me alegro mucho por vosotros y por ese camino recorrido. Lo mejor de todo es q lo hayas podido disfrutar con pocas voces críticas, de las q "todo lo saben".

Esther dijo...

Qué bonita experiencia y qué vínculo afectivo tan maravilloso se debe dar entre tú hijo y tú, la foto es preciosa.

violetazul dijo...

Qué maravilla! La lactancia prolongada de Jorge, fue la semilla de la lactancia prolongada de Emma. Tu me dejaste los libros de Carlos González, y tu me diste la confianza. Yo hoy soy también menos radical que entonces, y también nosotras tuvimos mucha mucha suerte.. nuestra lactancia fue hasta el final una delicia.... quien me iba a decir, que aquella chica que apareció en un concierto de Fermín Romero un día, diciéndome que se había leído todo mi blog iba a ser tan tan importante en mi vida!!!
Tenemos que hablar!!!!!
Te echo de menos por teléfono.
Besos a montones.